Hay ocasiones en que cuando trazamos un plan nos empeñamos en seguirlo al milímetro, sin mirar más allá, como burro con anteojeras. En mi caso, me considero una persona constante, y cuando me propongo un objetivo y diseño un plan, no paro hasta alcanzarlo.
En esta ocasión llevo varias semanas siguiendo mi plan, tocando y llamando a puertas, que siempre me encuentro cerradas. Mi voluntad me hace seguir y seguir empujando para ver si consigo abrirlas, tarea casi imposible, al ser puertas acorazadas.

De repente hoy ha aparecido alguien, a quien casualmente me he encontrado llamando a una de esas puertas, que me ha dado un buen consejo y me ha abierto los ojos.
Está muy bien que llames a muchas puertas hasta lograr tu objetivo, pero quizás obtengas mejores resultados si en vez de seguir intentándolo por la puerta principal, das la vuelta y lo intentas por la puerta de atrás.
¿Por la puerta de atrás? Pues no se me había ocurrido, pero quizás sea más fácil intentarlo a través de esta puerta trasera.
Y es que, aunque siempre hay que seguir insistiendo, hay ocasiones en las que es recomendable buscar un plan B o intentarlo por la puerta trasera.